Se despierta el día en la llanura de Tesalia, al norte de Grecia. La niebla matutina pronto se disipa y muestra en el horizonte las Meteoras. Un espectáculo tan impresionante desde los pies de la villa de Kalambaka como desde lo más alto, a más de 600 metros de altura, donde se encuentran los monasterios del valle de las Meteoras.

Origen de las Meteoras

En griego, “meteora” hace referencia a piedra que pende del cielo. Y eso parecen estas enormes columnas que nacen de la llanura y buscan estar cerca del cielo. A pesar de la leyenda que se cuenta en la región, las meteoras tienen un origen más terrenal que divino.

Meteoras Grecia

Estas formaciones se remontan varios miles de años en la historia, antes de que los primeros seres humanos habitaran la tierra. Por entonces, toda la región debió estar sumergida bajo las aguas. Con el paso del tiempo las tierras quedaron al descubierto, emergieron abandonando su condición de fondo marino, al tiempo que las superficies más blandas se compactaban y se dejaban arrastrar por los afluentes. Tan solo las columnas verticales de las meteoras, de origen volcánico, quedaron como estatuas, dominando el valle y sirviendo de sustento a los monasterios que hace unos siglos coronaban sus cimas.

De la tierra al cielo

Se cree que fue hacia el siglo X de nuestra era cuando se comenzaron a habitar por monjes ermitaños las meteoras. Aunque no se establecieron los monasterios desde el principio. En el inicio los monjes ascetas ortodoxos encontraron en las cuevas que circundan a las meteoras un lugar de refugio donde encontrar a Dios, alejados de la comunidad.

Décadas más tarde un monje que posteriormente fue canonizado por la iglesia ortodoxa, san Atanasio de Meteoro, tomó el nombre de las construcciones calcáreas e hizo de las cimas de las columnas rocosas su lugar de oración. Este monje fue el fundador del primer monasterio situado en las Meteoras. Su obra continuó, aunque no fue hasta el siglo XVII cuando alcanzó su mayor esplendor. Por entonces, en el valle se contaban hasta 24 monasterios “que colgaban del cielo”.

Hoy en día el viajero cuenta con rutas, largas escaleras y puentes que facilitan la labor de ascender los más de 600 metros que separan el valle de los monasterios. Incluso, uno de los monasterios cuenta con su particular teleférico. Si bien, estas facilidades son relativamente recientes. Al inicio la única forma de llegar a los elevados emplazamientos divinos era la utilización de carruchas, cuerdas y poleas, que aún hoy se utilizan para hacer llegar a las comunidades de eremitas las provisiones y cuanto necesitan para realizar con su vida contemplativa.

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Los monasterios del Valle de las Meteoras

Dos docenas de monasterios tañían sus campanas llamando a la oración en los siglos de mayor esplendor para el valle. Lamentablemente, durante la Segunda Guerra Mundial, muchos de estos centros de oración sucumbieron a la barbarie, y de los que quedaron en pie tan solo la mitad de ellos están habitados. En la actualidad se pueden visitar seis monasterios en el valle de las Meteoras. Cinco de ellos tienen congregaciones masculinas y solo uno está destinado a las mujeres eremitas. Que sean accesibles no implica que sean lugares turísticos como pueden ser otros centros de peregrinación para los viajeros que visitan Grecia.

Los monasterios del valle de las Meteoras que se pueden visitar requieren la máxima disciplina y distinción por parte de los turistas. El atuendo debe ser retacado, preferiblemente de pantalón y sin mostrar más partes del cuerpo que las necesarias. El silencio es otra característica, pues a fin de cuentas se trata de un lugar emplazado a la oración, y los eremitas que lo habitan así lo demuestran cada hora del día. No obstante, con el decoro suficiente y el respeto debido, la visita se antoja impresionante, como impresionante son las vistas de que disfrutan sus habitantes y los afortunados viajeros que suben a estos lares.

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El Gran Meteoro, o monasterio de la Transfiguración de Jesús, es el mayor y más importante de los seis que quedan en pie. Cuenta con una impresionante iglesia repleta de frescos en su interior en lo que supone una auténtica catequesis plástica de estilo icónico bizantino. Su museo ayuda a comprender la singularidad de estos lugares sagrados. Desde este lugar se aprecian algunos de los monasterios vecinos.

El más próximo está consagrado a Todos los Santos, es el monasterio de Varlaam, prácticamente a la mitad de altura que el superior de todos. El actual es una reconstrucción del derruido en el siglo XVI. El monasterio de Roussanou, dedicado a santa Bárbara, es uno de los más impresionantes por su emplazamiento, asomado a la pared que cae hacia el valle.

La Santísima Trinidad, cuya interpretación causó el cisma con la iglesia católica, también tiene su monasterio, el de Agia Triada. El último en ofrecer la visita es el monasterio dedicado al mártir san Esteban, al que se accede por un puente que sobrevuela el valle. La visita se concluye con la recientemente construida iglesia de Agios Jarálambos, suponiendo el colofón a las maravillosos monasterios del valle de las Meteoras.